La presente realización audiovisual se trata de un trabajo final realizado por tres alumnas de la Tecnicatura en Realización Audiovisual de la Universidad ORT del Uruguay que tiene como temática el desarrollo del arte urbano montevideano. Como se explica en el video, el arte callejero surge en Montevideo en las décadas de los 50 y 60 como una forma de manifestación social que prefería pintar los muros antes que empapelarlos por razones económicas. Los mensajes escritos en estos muros servían como vehículo de opiniones y como medios de comunicación de información que era capaz de causar impacto a nivel social. Este tipo de manifestaciones fueron prohibidas durante la dictadura de este país y no volvieron a hacerse presentes definitivamente hasta mediados de la década de los 80, tiempo en el que los círculos intelectuales y críticos explotaron en mensajes iconográficos que celebraban la vuelta a un régimen democrático. El arte urbano se vuelve así un modo de vida que, impregnándose del grafitti y los stencils neoyorquinos, comienza de a poco a transformar la ciudad para sus habitantes. El advenimiento de la Era Digital permite que estos artistas desinstituidos y benevolentes se organicen para formar eventos como el Festival de Arte Urbano Iberoamericano, que en noviembre del 2013 se celebró en Montevideo. Como se expone en el video, en esta ciudad se cuenta con la ventaja de que los artistas callejeros no suelen recurrir al vandalismo para realizar sus obras, sino que obtienen el permiso de vecinos de barrio deseosos de ver qué tienen para transmitir. En mi opinión, el fenómeno del arte callejero y del grafitti en particular, es pionero de lo que se vive hoy como fenómeno artístico en la red de redes que es Internet. Como dice Florencia Durán (alias «Fitz») al ser entrevistada, el sentido del arte urbano está en su carácter efímero y su objetivo de ser compartido.
Es un arte que nace con el propósito de ser colectivo y de generar algo nuevo en quién contempla la obra. El artista callejero aporta su opinión y su obra queda expuesta a modificación: una vez terminada, su obra ya no le pertenece. Esto nos traslada a la cuestión hoy muy debatida sobre los derechos de autor en una sociedad hiperconectada a través de las nuevas tecnologías de la comunicación. El artista urbano ya encontró la solución: dejar ir la obra, ponerla en libertad, o, mejor aun, dejar su obra a disposición de la libertad de los demás. El grafitti es como las diferentes formas de arte difundido en el mundo virtual, un modo de expresión que manifiesta la posición de una sociedad frente a la realidad que se encuentra viviendo. Pensamos enseguida en Banksy y en su empleo de los medios innovadores de la comunicación para hacer eterno su mensaje en la mente de sus espectadores. Los grafittis y stencils son un diálogo en imágenes, así como los diálogos en redes sociales como Twitter o Facebook. Son los «twits» de la red social urbana; las calles son las redes de la red metropolitana. El arte aparece así como un lazo entre los autores y la ciudad que alinea diferentes identidades a través de una vía pública donde todas las opiniones se comparten y están sujetas a nuevas resignificaciones. Los artistas urbanos nos instan así a aferrarnos menos a nuestras obras, a estar más permeables a las obras de los otros y así, a licuar el derecho de autor.
Bruno Gariazzo